La crisis financiera internacional de los últimos dos años ha reforzado la importancia de la aplicación de políticas anticíclicas, esto significa, defender el empleo, hay que desarrollar financiamiento para facilitar el consumo, en consecuencia incentivar la demanda y activar la economía. Que permitan reducir los efectos adversos ocasionados en el sector real y financiero; en especial, en los países emergentes. En particular, la expansión del gasto fiscal plantea la oportunidad de desarrollar infraestructura.
La infraestructura genera empleo, mejora la competitividad de un país y la calidad de vida de
sus habitantes. El desarrollo de la infraestructura origina externalidades positivas, que permiten a
las empresas ser más eficientes, competitivas y contribuir al desarrollo económico; no obstante, lo
más resaltante es que estos efectos se prolongan en el mediano y largo plazo. Por ello, muchos
especialistas coinciden en que la mejor política económica para combatir el ciclo económico es la
inversión en infraestructura. Entonces, se puede considerar que hoy, analizar la capacidad de un
país para desarrollar proyectos de infraestructura equivale a analizar su capacidad para enfrentar
una crisis.
Organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) señalan la
importancia de la inversión en infraestructura e indican las medidas necesarias para alcanzar los
Objetivos del Milenio, entre los que se encuentran el combatir la pobreza y alcanzar un mayor
desarrollo. Entonces, al respecto, sugieren que es necesario un incremento sustancial de las
inversiones. En ese sentido, sostienen que los países de ingreso bajo y mediano bajo deberían
duplicar sus inversiones en infraestructura (se considera tanto la inversión como los gastos de
operación y el mantenimiento).
Las necesidades de infraestructura varían en forma dinámica, a fin de sostener una oferta
dirigida a un mercado global y continuamente competitivo. En tal sentido, requiere un impulso
permanente, así como los mecanismos que promuevan su realización de manera sostenida. Dichos
mecanismos, sin dejar de ser rigurosos, deben conducir a la concreción de compromisos de
inversión crecientes. De otro lado, la inversión en infraestructura no solo debe ser responsabilidad
de los Gobiernos, sino que también debe ser asumida por el sector privado, obviamente con
condiciones que resulten atractivas.
En el contexto de post crisis, tanto la inversión privada como la inversión pública,
desempeñan un rol importante para lograr una rápida recuperación económica. Sin embargo, en
nuestro país, la velocidad y los montos de inversión, específicamente la inversión en
infraestructura, están muy por debajo de los requeridos para permitir una adecuada velocidad de
crecimiento económico.
El Banco Mundial y el FMI señalan la importancia de la inversión en infraestructura, para lo
cual analiza las políticas y medidas necesarias para alcanzar los Objetivos del Milenio, entre los
que se encuentran el combatir la pobreza y alcanzar un mayor desarrollo. Asimismo, se establece
que es necesario un incremento sustancial de la inversión en infraestructura. El informe indica,
además, que los países de ingresos bajo y mediano bajo deberían incrementar posiblemente al
doble su gasto en infraestructura (incluido la inversión más la operación y el mantenimiento). Esto
significa que las naciones de ingresos bajos deberían aumentar sus inversiones en infraestructura
de 3,5% a 5% del PBI, mientras que las de ingreso medio bajo deberían hacerlo de 2,5% a 4% del
PBI.
No obstante, la complicación para invertir en infraestructura no está en la ingeniería técnica
que permite construir el puente, el puerto o la refinería. La mayor dificultad está en la ingeniería
financiera que se requiere para atraer la inversión que el proyecto necesita; en la creación de
modelos de negocios detrás de cada proyecto, que asegure su rentabilidad; y en un marco legal
adecuado, que brinde seguridad a los inversionistas de que se respetarán los acuerdos. El problema
en América Latina es que ha sido poco exitosa en resolver estas dificultades. Es por ello que su
inversión en infraestructura apenas llega a un monto equivalente a 1,3% del PBI, cuando el mundo
está en 2,2%.
En el presente informe se construirá un modelo para cuantificar el impacto que tiene la
inversión en infraestructura sobre el Producto Bruto Interno (PBI) de nuestro país. Este modelo
permite mostrar cuánto más aumentaría el PBI si se incrementara la inversión en infraestructura.
Es de prever que los resultados que arroje(n) el(los) modelo(s) sean favorables para incentivar
un mayor nivel de inversión en infraestructura, porque así lo demuestra la evidencia empírica.
La pregunta que este estudio busca responder es ¿en cuánto se incrementaría el PBI de nuestro
país si se lograra un aumento en la inversión en infraestructura?, es decir, ¿cuánto deja de crecer
nuestra economía por no invertir un monto mayor en infraestructura?
2.3.2 Infraestructura y crecimiento económico
La economía peruana con marcados índices de pobreza, cuyo Producto Bruto Interno (PBI)
per cápita crece a una tasa de 1.6% durante los últimos 50 años, pasa de mostrar una regularidad
estadística en sus números a tener un síndrome causante de la profundización de la precarización
de la vida en nuestro país. En este contexto, el crecimiento económico, resulta indispensable para
mejorar la calidad de vida de la población.
En base al Reporte de Competitividad Global 2009-2010, países como Chile, México,
Uruguay, Brasil y Argentina han alcanzado una mayor calidad de infraestructura y, por lo tanto,
presentan un mayor PBI per cápita (Figura 7).
El Perú aún se encuentra en el tramo intermedio medio (puntaje cercano a 3.5 de la
calificación del Word Economic Forum en el Reporte de Competitividad Global), es decir, aún
presenta una baja calidad de infraestructura, que conlleva a un menor nivel de PBI per cápita.
Asimismo, se debe considerar que invertir en infraestructura genera un efecto multiplicador,
de esta manera, logra externalidades positivas en diferentes sectores de la economía.
IMPACTO Y ALTERNATIVAS